En un tranquilo y hermoso lugar, vivía Aurelia una perrita muy trabajadora y dos
manzanas más allá, Alberto, un perro muy inteligente.
Los dueños de ambos
llevaban a sus mascotas a entrenar para competiciones caninas. Aurelia y Alberto
se llevaban muy bien, nunca se peleaban y eran muy buenos amigos.
Era una
mañana de competición, Aurelia y su dueña estaban muy nerviosas e ilusionadas,
ya que al igual que Alberto y su dueño llevaban meses preparándose para la
competición
La perrita ya estaba lista y había llegado al recinto donde
tendría lugar la competición.
Quedaban unos pocos minutos para que comenzara
el evento y Alberto aún no había llegado, esta empezó a preocuparse por
él.
Unos minutos más tarde cuando hubo terminado la competición y Aurelia
quedó la primera, llegó Alberto apresurado, pero ya era demasiado tarde, se
había quedado dormido.
Desmotivado regresó a casa con la perrita.
La
moraleja de esta fábula es "A quien madruga dios le ayuda"
Carmen María
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