Un viernes como todas las
semanas, la familia García iba a visitar a sus difuntos al cementerio. Rosy, la
hija pequeña del matrimonio, decidió explorar un poco más aquel lugar.
De repente un extraño ruido
asustó a la familia. La niña había desaparecido, todos la llamaban pero no hubo
respuesta a los gritos de Erika y Damián (sus padres). Su hermano, preocupado
decidió ir en busca de ella. Se alejó hasta que se perdió en la oscuridad. Los
dos hermanos quedaron atrapados en lo más profundo de un panteón. Pasaron los
días, semanas e incluso meses y estos seguían sin aparecer, no había respuesta
alguna de su paradero. Un día Erika y Damián visitaron aquel cementerio por
primera vez desde aquel suceso. Cuando llegaron al panteón de sus difuntos
encima de la lápida estos encontraron el cuerpo de sus dos hijos sin vida.
El cuerpo de los niños estaba
casi descompuesto, su ropa toda rota y sucia y había una olor muy desagradable.
Los padres al ver que tenían
delante el cadáver casi descompuesto de sus dos hijos se quedaron impactados,
boquiabiertos, aún no se creían que lo que sus ojos veían era real. Damián se hechó las manos
a la cabeza y comenzó a gritar y llorar desesperadamente.
De pronto el azul del cielo y
el sol desaparecieron y el cielo se volvió negro. Acto seguido Érika comenzó a
experimentar un cambio terrible, sus manos y toda su piel se oscureció y se
ensució, su ropa se agujereó y su cuerpo se quedó esquelético. Se estaba
convirtiendo en zombie.
En cuestión de minutos el
tiempo cambió, salió de nuevo el sol y el cielo volvía a ser azul y fue
entonces cuando se le perdió el rastro a Érika. Damián al ver todo aquello no
pudo soportarlo y en vez de llorar lágrimas lo que caía por sus ojos era
sangre. Al poco tiempo murió.
Desde todos esos trágicos
sucesos en aquel cementerio nadie se acerca por allí y esque se dice que quien
ponga un pie allí no vuelve a salir.
Carmen María
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